Lo confieso. No llevo mucho tiempo viviendo en el mundo 2.0. En un principio rechacé ese universo porque “era una tontería más para ese tipo de gente que necesita decirle y mostrarle a sus amigos y al mundo lo presuntamente feliz que es su vida”. No creí en ninguna red social aunque reconozco que tenía un perfil de Facebook poco activo.
Pero un día, después de hablar largo y tendido con Javier Celaya sobre las posibilidades de las redes sociales en la empresa, me puse a pensar en si lo que decía podía ser verdad. Asi que decidí ponerme la “L” y tomarme en serio la comunicación 2.0; ponerme la armadura e ir a conquistar “el nuevo mundo”.
Y aprendí rápido. Ya soy un convencido de Facebook como plataforma para compartir información, contenidos y temas que puedan interesar a mis “amiguitos”, más allá de decir dónde pasé las vacaciones, qué hice el fin de semana y demás banalidades (en las que también caigo)… Ahora, en estos días observo con atención el crecimiento de Twitter y la importancia que está adquiriendo. Leo cifras apabullantes: 105 millones de usuarios registrados, un crecimiento diario de 300.000 personas, 180 millones de visitas al mes… ¿qué buscamos?, ¿qué pretendemos cuando actuamos, nos comunicamos y “escuchamos” en esta plataforma?
Está claro que cuando algo tiene éxito, el mundo empresarial pone sus ojos en él. Aunque según los resultados del estudio “Twitter&The Consumer Marketer Dynamic” elaborado por la agencia digital 360i que recoge Advertising Age, la mayoría de las marcas tiene una presencia irrelevante en Twitter. Y no será porque no estén invirtiendo dinero y tiempo en ello. Resulta que no están dando con la fórmula de éxito ya que la mayoría de los usuarios no mencionan marcas en sus comentarios y conversaciones. Según este estudio, del 90% de los mensajes enviados por personas -el otro 10% proviene de empresas o entidades-, sólo el 12% menciona alguna marca. Más datos…»sólo el 1% de los tweets de los consumidores que hacen alusión a una marca forma parte de una conversación activa con la marca”, es decir, que los anunciantes mantienen conversaciones unilaterales, que es exactamente lo contrario a lo que suelen hacer los usuarios de Twitter. En cuanto a los usuarios que sí hablan de marcas o productos, habitualmente comparten noticias o información sobre la marca (43%) o informan sobre el uso o interacción con la marca (35%). Es interesante saber, para aquel directivo que se esté pensando actuar en Twitter, que la mayoría de las menciones son neutrales, el 11% son positivas y el 7%, negativas. Si se estableciera un ranking de marcas más mecionadas, destacarían la propia Twitter, Apple, Google, YouTube, Microsoft, Blackberry, Amazon, Facebook, Snuggie, eBay y Starbucks.
Debe ser que el tufillo comercial no convence a los usuarios de Twitter. Pero los que sí están haciendo bien su labor comercial son las estrellas del mundo de la cultura, cine, música y deporte que miden su poder y éxito en miles o millones de seguidores. Ellos, sin un corte comercial tan evidente como una empresa, se promocionan a su manera. Ahí están los ejemplos del actor americano Ashton Kutcher y Demi Moore con más de 7 millones de seguidores (5 millones él, más de 2 ella), que tienen más seguidores que habitantes tiene Irlanda. En Twitter ellos proyectan su imagen, se promocionan hablando sobre temas de interés social, apoyando causas sociales o medioambientales, etc. generando una viralidad brutal que instantáneamente crea corrientes de opinión o apoyo. Eso sí es promoción… E incluso comunican exclusivas obviando a los medios de comunicación como hizo Cristiano Ronaldo haciendo público el nacimiento de su primer hijo… Si hubiese hecho una rueda de prensa con teles le hubiesen dedicado telediarios enteros…
¿Cuál es el resultado de su presencia en esta plataforma? ¿Más aceptación social o imagen, más ventas de discos, libros, películas taquilleras, venta de camisetas con tu nombre-nombre CR7? Está claro. Hay que pensar en encontrar esa fórmula secreta que no conlleve un descaro publicitario.
Pero si como empresa entras en Twiter, recuerda no hacer “un calamaro”: Es decir, apostar por este canal y abandonarlo como ha hecho el músico Andrés Calamaro la semana pasada. Estaba presente y muy activo en Twitter y tenía ya más de 100.000 seguidores que le leían sus reflexiones, proclamas, pensamientos…. Personas con las que tenía contacto directo, con las que conversaba y a las que “escuchaba”. Pero no soportó oír de primera mano lo que pensaban de él, que le llevaran la contraria cuando compartía sus pensamientos, que no le veneraran. No aguantó el tirón, no lo aceptó, se incomodó y tal vez le dolió tanta crítica. Asi que, como un niño chico dio portazo a su cuenta en Twiter de malas formas, con palabras duras, insultando a sus seguidores. “Qué pérdida de tiempo escribir para hijos de Homero Simpson (…) participar en un coro de subnormales generadores de conceptos light (…) pero qué hago metido en medio de la república de los culo blandos, (…) 140 caracteres pueden metérselos profundo en el medio del ojete”. Madre mía… ¿os imagináis a McDonald’s llamando “gordos grasientos” a sus clientes? Alguien le debía haber explicado que la comunicación es bidireccional antes de comportarse como un kamikaze en un post en su blog oficial titulado “elogio del desasosiego & segunda parte”
Estoy ansioso de ver cómo evolucionan las ventas de su disco y las entradas de sus conciertos. A mi –y no soy seguidor suyo en Twitter- pero sí de su música, me va a costar escucharlo, o decidirme a ir a un concierto. Por el momento “me doy mus” ante tan arrogante personaje. Qué mal le está sentando acercarse a los 50. Andrés, si lees este texto, por favor, no me hagas algún comentario. No podría soportar tu elaborada prosa insultiva…
Por cierto… hace meses que tiré la «L» y aunque aún no tengo perfil personal de Twitter me encanta trabajar con el de Cícero. No lo perdáis de vista…
Enrique Marí
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