Estos días, en los buscadores, el nombre de Sara Carbonero está en la lista de los top ten. Y más desde que la Asociación de la Prensa de Madrid, por un lado, y Telecinco, por otro, han entrado en  un debate sobre nuestra querida profesión. Pero aquí no quiero entrar en la polémica de si es buena o mala profesional o si debería estar ubicada o no detrás de la portería. Más bien, a mí me interesa este tema desde el punto de vista de cómo un periodista maneja su propia imagen pública.

Sara Carbonero y la gestión de su imagen públicaPorque creo que como periodista puedes estar acostumbrado a recabar, elaborar y transmitir información al público, pero ¿sabemos que información estamos comunicando de nosotros mismos? ¿controlamos qué repercusión tienen nuestros actos? ¿decidimos conscientemente los tiempos para la acción y los tiempos de silencio?

En el caso de Sara Carbonero, creo que la respuesta a estas preguntas es no: no supo o no lo vio, a no ser que todo este debate sea buscado, cosa que tampoco creo. Sara Carbonero es un personaje público gracias a la televisión y más desde el comienzo de su relación personal con otro “gran” personaje público, Iker Casillas. Y su error fue aparecer el pasado mayo en el Master Series de Madrid.

“Allí, ante la atenta mirada de miles de espectadores, Sara e Iker no pararon de hacer manitas y dedicarse muestras de cariño continuamente”, Europa Press dixit.

La notoriedad pública no significa que no puedas mantener un ámbito reservado de tu vida, pero si no se acota el ámbito de esa intimidad y no se mantiene lejos de los ojos ajenos, tu relación pasa a ser también pública. Y creo que como periodista, y conocedora del paño, Sara debió anticiparse a los riesgos que su acto conllevaba, y cuándo lo hacía: justo antes del Mundial, evento deportivo de gran expectación en el que ella y su pareja aparecerían juntos todo el tiempo en un espacio reducido, como es un campo de fútbol, ante la mirada de todo el mundo.

Laura Mayoral