Carga perversa la que lleva el título  de este post. Mal vamos si «tageamos», perdón por la expresión,  a la gente en función de su nivel de inmersión o adaptación al tan manido cambio del 2.0, sobre todo si tenemos en cuenta que gran parte de los, en teoría, adaptados lo han hecho más desde la impostación que exige el estar dentro de una corriente snob y vanguardista, que desde el convencimiento y entendimiento de la verdadera carga de profundidad que se esconde detrás de lo puramente «cool» y que de una u otra forma va a repercutir directamente sobre la vida de las personas, más allá de cómo queramos etiquetarlas. Los que tenemos esto claro quizás tengamos una obligación moral -uff, que yuyu- de compartir con la gente los primeros pasos del camino. Y hablo de la gente sin distinciones, como lo han hecho este sábado un grupo de valientes que con el único objetivo de buscar a gente se han ido hasta El Madroño, un pueblo de 350 habitantes en la serranía sevillana. Y la encontraron (Sináptica) Porque lo rural no es algo abstracto. Es algo tangible. Quizás no entren dentro de lo etiquetado como 2.0, pero es que el cambio no entiende de etiquetas. El cambio que viene, que ya está aquí, es para la gente. Gente como la que tuve la suerte de conocer el sábado en El Madroño. Enhorabuena a los exploradores.

Por si alguien no se lo cree, aquí os dejo las imágenes.

Esteban Bravo

Cicero