Lo de zapadores 2.0 ha sido un recurso canalla para que os animéis a entrar en el texto más allá del titular. Ahora que os tengo, diré que lo que de verdad importa es lo de zapadores, sin más, sin 2.0 ni mayores historias. El zapador nace, supongo que 0.0, luego 1.0, ahora 2.0, mañana 3.0…como dicen por ahí, ¿qué más da?. Lo importante es esa vocación del zapador.
Vocación que permanece inalterable desde el origen de su aparición como elemento reconocido dentro de los ejércitos europeos del siglo XV. Dicen de aquellos tipos, los zapadores, que eran los encargados de trasformar el terreno para hacer más accesible su ocupación o defensa, según tocara. Y esto ahora sí empieza a sonarme sin visos anacrónicos de hace más de cinco siglos. Cambio, trasformación, nueva era…facebook, twitter, youtube. Conversación, participación, democracia…tuenti, flickr, vimeo. Esto es tan importante que los que no somos nativos digitales estamos en la pelea de crearnos una identidad digital en base a batir records guiness en cuanto a número de perfiles y pertenencias a redes sociales.
Somos cojonudos. Vamos con los nuevos tiempos. Pero, de verdad, ¿esto se lo cree alguien?. ¿Hay un verdadero espíritu de trasformar algo, de cambiar un concepto o una cultura para que todos seamos mejores, vivamos mejor, vendamos más, demos mejores servicios, nos atiendan mejor….o simplemente nos subimos al carro molón de las nuevas herramientas para seguir en lo mismo de siempre?. Me explico, muertos de miedo.
En estas estaba yo cuando la semana pasada di con mis huesos en la ciudad que fue Corte del último reino Nazarí. Tuve la oportunidad de compartir unas horas con gente de la que me habían dicho que era inquieta, que hacía cosas…pero no me habían hablado de su valentía. Fui testigo de los primeros pasos para la organización de un cuerpo de élite dispuestos a hacer zapa allá por las Alpujarras y alrededores de La Alhambra, inclusó más lejos todavía. Declaración de intenciones para comenzar una lucha por trasformar el terreno. Que no teman. El puente de mando les ha facilitado la mochila, la cantimplora, unas latas de atún y, principalmente, unas botas para que, sin correr, se pongan a hacer camino. Seguimos a la búsqueda de zapadores como éstos. Por cierto, cómo se agradece, especialmente en estos meses, la sombra que ofrece el edificio de la Escuela Andaluza de Salud Pública. ENHORABUENA
Esteban Bravo
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