Hoy, en la ONU, se clausura la Cumbre de Revisión de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM). Aquellos 8 objetivos a los que 189 Jefes de Estado y de Gobierno se comprometieron cumplir en el año 2000. Hoy, 10 años después, ese documento es papel mojado.

Por eso, hoy es un día muy triste para todos aquellos que en 2005 desde la Coordinadora de ONG de Desarrollo  (CONGDE) planificamos, pensamos, trabajamos con ilusión en la campaña Pobreza Cero. En el 2005, más de 1.000 ONG y más de 70.000 personas, canalizados en esta campaña de concienciación social, hicimos un llamamiento a la sociedad civil para que se movilizara y presionara a los líderes políticos para que cumplieran sus promesas.

Como me dijo ayer mi amiga Teresa, una de las responsables de aquella campaña, “es lamentable en qué ha quedado la revisión de los ODM. Hoy, en los medios no se habla de pobreza, hambre, o salud. Hoy se habla de que Carla Bruni participa en la cumbre junto a Rania de Jordania”.

Y es que en estos tiempos de crisis se habla más de financiación que de salud, educación o hambre. Sólo se habla de cómo conseguir a toda prisa  dinero y cuánto para “intentar” cumplir los tres ODM relativos a salud (ODM 4, 5 y 6). Los políticos todo lo solucionan con grandes anuncios de financiación para tapar su falta de compromiso político diez años después. Como hoy, después de dormirse en los laureles el gran anuncio proviene del secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, que ha comprometido 40.000 millones de dólares para “mejorar la salud de las mujeres y los niños en el mundo que -según él- servirán para salvar millones de vidas”.

Tal vez habría que refrescarle las cifras que tanto nos gustan a los periodistas. Desde que en 2000 se firmaran los ODM las cifras de precariedad de la salud en el mundo no sólo no han decrecido, sino que no han cesado de crecer. Ahí van algunas:

  • En el mundo, dos terceras partes de las muertes ocurren solamente en 10 países, debido al hambre, pobreza y enfermedades.
  • Un niño de Etiopía tiene 30 veces más probabilidades de morir antes de cumplir 5 años que un niño de Europa occidental.
  • Cerca de 8 millones de recién nacidos mueren antes o después del alumbramiento o en su primera semana de vida.
  • Un 20% de las enfermedades que sufren los niños y niñas menores de 5 años están relacionadas con la salud y nutrición deficiente de sus madres.
  • El VIH ha costado más de 20 millones de muertes. El 60% de mujeres infectadas vive en el África Subsahariana.
  • La malaria mata a un niño cada 30 segundos.
  • En Asia sudoriental se registran más de 3 millones de nuevos casos de tuberculosis cada año.

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La salud es un derecho recogido en la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, en el que se “reconoce el derecho de toda persona al disfrute del más alto nivel posible de salud física y mental”. A pesar de la grandilocuencia de tratados y declaraciones que se suceden estos días, para muchas personas la salud sigue siendo un sueño imposible; un privilegio al alcance de muy pocos.

Vivimos un periodo de grandes avances en materia científica y tecnológica en salud. Estos progresos han permitido dar pasos importantes en la detección, diagnóstico tratamiento y erradicación de algunas enfermedades. En conjunto, en los países desarrollados, las personas tenemos una esperanza de vida de casi 20 años más de la que teníamos en los años cincuenta. Pero no todo el mundo puede disfrutar por igual de los avances de la investigación científica ya que grandes zonas del planeta y millones de personas están excluidas y siguen muriendo a diario.

Aún resuena en mi mente uno de los lemas que lanzábamos en 2005 que, hoy está más vigente que nunca: “Somos la primera generación que tiene medios tecnológicos, políticos y económicos que es capaz de reducir la pobreza. Pero no existe voluntad política para hacerlo” . Hoy, con sólo 1% de lo aportado en 2008 para salvar el sistema financiero se podría reducir la tasa de mortalidad infantil en dos terceras partes (ODM4), se podría reducir la tasa de mortalidad derivada de la maternidad en tres cuartas partes antes del 2015 (ODM5) y se podría detener y reducir la propagación del VIH, malaria, la tuberculosis y otras enfermedades (ODM6).

¿Y qué podemos hacer nosotros? Aportar nuestro granito de arena: revisar nuestros hábitos de consumo, participar en las campañas de las diferentes ONGD hagan sobre estos temas y presionar a nuestros ayuntamientos y gobiernos autonómicos y central para que cumplan sus compromisos y desarrollen políticas de cooperación que garanticen el derecho a la salud. Eso esto y eso en el fondo es nada.

Enrique Marí