Han pasado sólo tres meses para que la Sociedad Española de Farmacia Rural (SEFAR) y las gentes del pueblo de Villanueva de Alcorón hayan tenido la posibilidad de hacerse un regalo mutuo, el intercambio de conocimiento y sabiduría.
De una tormenta de ideas –brain storming, para que me entienda todo el mundo- descargada en forma de Asamblea Popular allá por pasado el mes de junio, se gestó la I Jornada de Educación Sanitaria en la Comunidad Rural que acaba de celebrarse en este pueblo de la provincia de Guadalajara.
Gracias a SEFAR tuve la suerte de ser testigo del momento embrionario de esta Jornada, y gracias a SEFAR he sido testigo de lo que acaba de ocurrir en Villanueva.
Lo vivido allí lo proceso, por mi experiencia profesional de unos cuantos años, como un fenómeno paranormal difícil de entender para alguien acostumbrado a moverse en ámbitos legalmente mercantilistas. Mi conclusión: sin dinero de por medio se puede obtener un retorno claro del abono compartido entre instituciones y personas –lo que técnicamente empieza a denominarse participación ciudadana- de tierras muy inexploradas pero, en mi opinión, muy fértiles.
Así lo entendió gente que se dejó caer en Villanueva, como la internista María Isabel González, que habló en un maravilloso lenguaje entre iguales de los aspectos más relevantes de la prevención cardiovascular. No habló de la teoría de la hiperfiltración glomerular, pero sí apuntó con contundencia que estar gordo no es bueno y que comer mucha sal es un factor de riesgo importante. A todo el mundo le quedó claró el contenido en sal de 100 gramos de churrasco, queso manchego, manzana, salchichón o pollo.
Nieves Aranda, médico de atención primaria, explicó de una forma muy ilustrativa qué es eso de la artrosis y por qué puede llegar a doler tanto. No dijo nada de antiinflamatorios no esteroideos ni de los inhibidores de la bomba de protones de los que suelen ir acompañados. La gente quería saber por qué duele, por qué pasa y cómo pueden mejorar, y la Dra. Aranda lo dejo muy claro.
Como claro quiso dejar el SESCAM que no tienen inconveniente en salir de su perímetro de seguridad cuando se les solicite. Tengo que confesar que me sorprendió ver desde mi parapeto del teleclub del pueblo la llegada de Juan Carlos Atance y Felipe Chavida. Yo, hombre retorcido y siempre mal pensado, recordé aquel momento Men in Black y a los dos miembros de su organización dispuestos a vigilar la siempre preocupante actividad de la población alienígena.
Pero la realidad es que ambos abordaron todo lo que se les demandaba. Hablaron de su trabajo; de sus problemas y dificultades; de cómo funciona eso de la derivación de la atención primaria a la especializada; o de la gestión de las emergencias y las ambulancias. Expusieron sus argumentos con claridad, sin entrar ahora a detallar cuestiones más o menos discutibles, primero porque no es el momento y, segundo, porque mi opinión en este sentido no le importa un carajal a nadie. Pero lo más importante es que Juan Carlos Atance y Felipe Chavida, hablaron y, sobre todo, escucharon a la gente de tú a tú. No fue una charla del tutor al menor de edad. Pasé de Men in Black a Amanece que no es poco en el momento en que Chavida aseguró que “en los programas de educación para la salud los importantes son ustedes”.
Lo ocurrido en Villanueva no es más que el resultado del efecto dominó de una iniciativa, puesta ya en marcha hace algún tiempo por la propia SEFAR y la Universidad de Sevilla en El Madroño, un pequeño pueblo de la provincia de Sevilla, y que lleva camino de adquirir categoría de movimiento. El cuidado de la salud, la enfermedad, la prevención…han sido tradicionalmente valores intramuros guardados bajo llave por los profesionales sanitarios en sus hospitales, centros de salud, boticas….puestos a disposición de los ciudadanos en función de lo que una especie de espectros fantasmagóricos, más conocidos como políticos, decidían en el búnker de la gestión sanitaria. Si usted tiene algún problema, aquí estamos. Pero resulta que por lo visto en El Madroño y ahora en Villanueva, hay profesionales y gestores de la salud dispuestos a salir a buscar a las personas.
En esa búsqueda se han encontrado con gente como Juana, Urbana, Bienvenida y, aunque se competía con la misa de las 12.30, hasta cerca de 50 vecinos más de un pueblo que apenas supera los 180 habitantes, pero que han conseguido, con el empeño de Julia Martínez, su boticaria, y la ilusión de Jennifer Vicente, su alcaldesa, que la salud, la sanidad y sus gestores se den una vuelta por su pueblo. Un paseo que debe ir más allá para convertirse en un largo y conjunto caminar de compromiso. Un caminar en el que muchos tienen que empezar a entender que los que mandan y marcan el mapa de ruta son las personas. Rosi lo dejó muy claro para zanjar el debate que estaba teniendo lugar, “ale, vámonos que tengo el cocido puesto”. Pues eso.
Esteban Bravo
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