El precio es un input que impacta en el cerebro del cliente potencial. Ese input se asocia de manera inmediata con una serie de conceptos que esa persona tiene que influyen en su percepción del valor y predispone a la compra o no del producto.

Un precio psicológico es en esencia es aquel que se ha determinado con la intención de favorecer una venta. Se ha establecido de tal modo que se busca un buen número de ventas de ese producto o de ese servicio.

Sin embargo hay que tener muy en cuenta que no es sencillo establecer los precios psicológicos. No es tan sencillo como poner un precio barato. De hecho, poner precios baratos a veces es contraproducente ya que puede provocar percepción de baja calidad en el comprador y poner en peligro la venta.

Por ello, a la hora de establecer los precios psicológicos, debemos tener conocer qué tipos de precios psicológicos hay y que considerar para decidirnos por uno u otro en función de lo que convenga al producto o servicio que vendamos.

Qué consideraciones tener en cuenta a la hora de establecer los precios psicológicos

  • Precio de prestigio. Consiste precisamente en poner un precio elevado. Con él se busca despertar el interés del comprador por las ventajas que esa compra puede ofrecerle con respecto a otras más baratas. Hace que se interese por conocer el factor diferencial que tienes tú y no tiene tu competencia. Si tenemos éxito con esta estrategia no solamente estaremos consiguiendo una venta, sino que probablemente en ese comprador ganemos un prescriptor que nos recomiende a otros potenciales compradores.
  • Precio impar. Existen estudios que afirman que los compradores se sienten más atraídos por los precios impares que por los pares. Especialmente por aquellos que terminan en los números 5 o 9 que los hacen especialmente atractivos.
  • Precios redondos. Los precios redondos no resultan atractivos al consumidor. Aunque económicamente un céntimo de diferencia no suponga nada, en nuestra psicología un precio de 9’99€ es más barato que 10€. Es por ello por lo que tenemos que tener siempre en cuenta este tipo de valores.
  • Precio habitual. Hay precios tan comunes que el comprador ya los asocia al producto sin mirarlo por lo que es mejor respetarlos.
  • Precio relativo. El precio relativo es aquel que se pone cerca de otro precio de otro producto o servicio de precio superior para que al comprador no le parezcan demasiado caros y se decante por ellos.

Para terminar, la mejor recomendación que podemos dar es la de experimentar. Cada sector es completamente diferente con ventajas, oportunidades, peligros y debilidades totalmente distintos que hay que analizar en cada caso. Lo que para otros puede ser una gran estrategia, puede ser una mala estrategia para ti. El paso del tiempo y el análisis de datos y resultados que se vayan obteniendo a medida que adoptamos diferentes estrategias, son las mejores herramientas para ayudarnos a establecer los precios psicológicos.